viernes, 28 de octubre de 2011

Reflexiones sobre el fin del mundo




No deja de impresionarme como el mundo puede terminar en un segundo. Una palabra, un gesto, una confesión y ¡zas! el mundo hasta entonces conocido extinto de una sola vez.


Lo mio ya se está convirtiendo en una manía sadomasoquista y "pipilista" (por aquello de echarse la piedra al lomo) de revivir el momento justo en el que su mirada me dijo lo que mi brujez me previno horas antes, que "había estado" con alguien más ("estar" del verbo coger). A lo mejor necesito recordármelo y reabrirme un poco la herida para no flaquear, para no dudar de que esto es lo "mejor".


Como quiera que sea, la que era ya no soy. La que era se extinguió aquella noche junto con todo mi mundo.

miércoles, 12 de octubre de 2011

364



Algo pasa con los muertos que al morir se hacen santos. Aquello que ya no funcionaba en los recuerdos se hace perfecto, ideal, pintado de rosa.

A los recuerdos color de rosa hay que matarlos con la negrura de la realidad, para que dejen de causar daño. ¿O será que intencionales y buscadas reafirmaciones de la realidad son la excusa de una decisión que a diario parece equivocada?

Quién sabe. A lo mejor se necesitan otros 365 días con sus noches.

Neta que el que invente las pastillas de amnesia selectiva se va a hacer millonario.