No deja de impresionarme como el mundo puede terminar en un segundo. Una palabra, un gesto, una confesión y ¡zas! el mundo hasta entonces conocido extinto de una sola vez.
Lo mio ya se está convirtiendo en una manía sadomasoquista y "pipilista" (por aquello de echarse la piedra al lomo) de revivir el momento justo en el que su mirada me dijo lo que mi brujez me previno horas antes, que "había estado" con alguien más ("estar" del verbo coger). A lo mejor necesito recordármelo y reabrirme un poco la herida para no flaquear, para no dudar de que esto es lo "mejor".
Como quiera que sea, la que era ya no soy. La que era se extinguió aquella noche junto con todo mi mundo.